El Bienestar en las Organizaciones Ágiles.
Como los individuos que las conforman, las organizaciones tienen estados de ánimo.
Frederic Laloux, en una entrevista reciente, nos cuenta que conoce organizaciones, o unidades dentro de ellas, que viven en un estado de ánimo de resignación; otras que transmiten miedo y resentimiento; y otras que rebosan ambición. La psicología, la neurociencia y las antiguas tradiciones de sabiduría, cada una a su manera, nos enseñan de qué profunda manera los estados de ánimo y las emociones pueden limitar (o expandir) nuestros logros. Bajo el hechizo de la frustración, estamos predispuestos a rendirnos, a abandonar. La rabia nos predispone a devolver los golpes, a buscar venganza. Un estado de ánimo de ambición nos impulsa a disparar más alto, a intentar cosas.
Los estados de ánimo determinan qué es posible: cada estado de ánimo nos predispone a un curso particular de acción y nos cierra a muchos otros.
Por lo tanto, la gestión consciente del estado de ánimo de una organización es una de las herramientas más poderosas (aunque muchas veces desestimada) para ayudarnos a lograr (o a no lograr) un propósito colectivo. Como sucede con el propósito, debemos tener cuidado de no proyectar a la organización nuestros deseos individuales. Puede que nuestra personalidad tienda a ciertos estados de ánimo más que a otros (por ejemplo, algunas personas prefieren una atmósfera juguetona y exhuberante en el trabajo y otras uno más serio y focalizado). Obviamente, la pregunta es: ¿Qué estado de ánimo será el que mejor ayude a la organización en este momento a lograr su propósito? Puede que sea la concentración o el juego, pero quizá sea otra cosa totalmente distinta: cautela, alegría, orgullo, gratitud, cuidado, asombro, curiosidad o determinación.
Supongamos que se trata de la gratitud. La gratitud es una emoción
poderosa. Con ella nos declaramos satisfechos. Podemos dejar de buscar otras cosas; en este momento, tenemos todo lo que necesitamos. De esta plenitud surgen natural-mente otras emociones. Nos inclinamos a la alegría y la generosidad y tratamos a los demás con amor y cuidado.
Si este estado de ánimo es tan poderoso, ¿cómo podemos alimentarlo de manera más consciente en el lugar de trabajo? Necesitamos inventar prácticas que lo evoquen.
Extracto de entrevista a Frederic Laloux.
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